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RUTA 3: Ñogare – Manrubiu

TIPO DE RUTA: Senderismo.
RECORRIDO: Ida.
PUNTO DE PARTIDA: Localidad de Ñogare.
LONGITUD: 6,88 km.
DESNIVEL POSITIVO: 189 m.
DESNIVEL NEGATIVO: 109 m.

A través del puente “romano”, casi tapado por la vegetación, se accede a Ñogare (820 m) desde la carretera LE-7207. El pueblo se mira en las aguas de El Rieu Cabreira, cuyas orillas van a ser objeto de acondicionamiento y defensa. Pasamos al lado de la iglesia y salimos del pueblo cerca de unos pajares. Nada más salir nos encontramos con la vega de Las Cortinas. A 400 metros de la salida del pueblo, pasando la zona de La Figal, llegaremos a La Mina’l Portanal, una mina de plomo situada al lado izquierdo del camino. Seguimos adelante, atravesando la zona de El Fleital, hasta llegar a una loma orientada en dirección oeste-este que apunta a la desembocadura de Riucavu y que cae sobre El Rieu Cabreira. En esta loma, hacia la cota de los 800 metros de altura y a unos 1.900 metros de distancia de Ñogare, encontramos el antiguo asentamiento fortificado de El Castru, cuya situación hace suponer que fue un enclave privilegiado para la vigilancia de los canales romanos. Hacia su extremo nordeste, junto a unos árboles, hay una gran cavidad con abundante escombro de pizarra y cantos rodados que se estrecha hacia el río. Junto al camino se ven muros redondeados, bien formados y dispuestos en fosos escalonados. Si continuamos por el camino hacia Marrubiu, iremos atravesando los parajes de La Rieza, Valdeloseiros, Los Umirones y L’Iruelu, ya próximo al pueblo y donde el río describe una acusada curva hacia el oeste. Al acercarnos a Manrubiu vamos separándonos de El Rieu Cabreira y ganando altura, mientras pasamos por encima de los prados de La Mona y por debajo de Matarredonda y de El Ronqueiru. Después de cruzar El Regueiru’l Valle, entramos en el pueblo por el sur.

Qué ver en Ñogare

Ñogare (820 m) es un topónimo que alude a la abundancia del nogal en la zona. Hay una serie de elementos que nos permiten valorar la importancia de este pueblo dentro del panorama arqueológico de León:

  • El puente “romano” ‒único acceso histórico al pueblo desde el este‒ de un solo arco de gran diámetro, sobre cuyo pretil se encuentra el fragmento de una gran piedra con un grabado de origen prerromano que representa una diosa de las aguas.
  • Fragmentos de cerámica castreña en la zona del castro de El Caldeirón; dos piezas metálicas muy artísticas: una varilla que termina en cabeza de reptil y una jarra de plomo; cuatro monedas: dos romanas, una medieval y otra con fecha de 1625. Todo ello encontrado en las proximidades del pueblo.
  • El Castru es otro asentamiento castreño de la localidad, lo que evidencia la importancia estratégica de este lugar.

El enclave llamado El Caldeirón es un pequeño montículo con muros escalonados y piedras de tamaño irregular que revelan la existencia de un castro romano o anterior, congruente con el valor estratégico de su emplazamiento sobre el valle de El Rieu Cabreira.
La iglesia está dedicada a La Asunción. El Tumbo Viejo de Montes recoge un documento fechado el 9 de julio de 1093 en que el presbítero Ínila dona al monasterio de San Pedro de Montes sus propiedades de Ñogare «rivulo discurrente Yvei, prope ecclesie sancte Marie». Cincuenta y dos años antes ‒en el año 1041‒ aparece la primera mención escrita de Ñogare («Nocar»). El primitivo enclave del pueblo estuvo en la zona de El Valle Villar, al oeste del emplazamiento actual, dada la presencia en ella de restos cerámicos y arquitectónicos, como el armazón y la torre de la antigua iglesia, que han llegado hasta el día de hoy; allí estuvo situado el camposanto del pueblo hasta hace pocos años. Se tiene noticia de que Ñogare encargó a los artistas Nicolás de Brujas y Lucas Formente un retablo y sus imágenes, obra que fue terminada en 1576.

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El puente “romano” de Ñogare

Se trata de un puente construido probablemente en el siglo XVIII para facilitar el paso por Ñogare y el valle de El Rieu Cabreira a Corporales, punto de encuentro con el antiguo camino de Ponferrada, aunque puede que en su origen fuese romano. Actualmente continúa en uso para el tráfico local. El puente consta de una sola bóveda que originalmente era de cañón y hoy está muy desriñonada, lo que le presta una apariencia ojival. La luz o distancia que salva es de doce metros y está íntegramente realizado a base de mampostería tosca, rejuntada con mortero blanco. La embocadura está realizada con lajas de un metro de ancho constante y es tangente a la rasante alomada. Afortunadamente, aún conserva el peto (lo que ahora conocemos por barandilla), que con sus 0,85 metros de anchura es extraordinariamente grueso, lo que deja reducido el tablero útil a 3 metros.

El Castru

Se trata de un castro situado a 1,9 km al nordeste del pueblo por el camino que sale paralelo al río. Está situado a una altura de entre 790 y 810 metros, en un promontorio que avanza sobre El Rieu Cabreira. Es un asentamiento castreño muy característico de las tierras cabreiresas: de pequeño tamaño y emplazado en una ladera que a modo de espigón cae sobre El Rieu Cabreira, a unos 20 metros por encima del nivel de este. Presenta grandes obras de fortificación, en particular en la parte más elevada ‒donde, por encima del camino, se aprecian dos fosos parcialmente colmatados‒ y también a media ladera ‒que seguramente cumplían funciones defensivas y de delimitación del recinto, pero que también actuarían como muro de sustentación del aterrazamiento en el que se implantó parte del poblado‒. Existen restos muy evidentes de una cabaña con esquinas redondeadas que afloran dentro del recinto. Se registra un muro de unos 2-2,5 metros de anchura entre matorral y encinas. La base geológica del emplazamiento pertenece al Ordovícico y está constituida principalmente por pizarras grises y negras con intercalaciones de cuarcitas y limonitas.

El castro de El Caldeirón

El teso llamado El Caldeirón es un emplazamiento elevado situado inmediatamente por encima de Ñogare, al noroeste del pueblo. En este lugar se pueden ver paredes de esquinas redondeadas hechas con lajas de pizarra, en construcción tabular y colocadas a hueso. En El Caldeirón ha aparecido cerámica de tipo castreño decorada mediante estampillas, así como cerámica común de pasta micácea gruesa. También se han encontrado molinos redondos de granito y pequeños bronces de época tardorromana (siglo IV).


Los topónimos que aparecen en esta ruta han sido recogidos de boca del pueblo por la asociación El Teixu, Rede pal Estudiu y Defensa de la Llingua Asturllionesa que organizó junto al IEC el III Cursu d’Encuestadores de la Tradición Oral en Llión. Durante las prácticas de esta formación, se encuestaron los topónimos de estas rutas.

 

 


Molino de La Cuesta

  • Descripción: Molino harinero de más de 250 años. Consta de varias partes que reciben diferentes nombres según su función específica: en primer lugar, nos encontramos con un recipiente en forma de pirámide invertida y truncada por la base, donde se deposita el grano, llamado “trimueya”. A continuación éste cae por un conducto denominado canaleta, en cuyo extremo se encuentra el “rastriellu”, pieza metálica dentada que gira alrededor de un eje que mueve la piedra, -de las dos que existen, sólo gira la situada en la parte superior mientras que la otra permanece fija-, permitiendo que salga el grano y caiga sobre ésta para ser triturado. Una vez molido, pasa al “farnal”, arca de madera donde se deposita, para proceder a su posterior almacenamiento.
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Payares de La Cuesta

  • Descripción: Los pajares son elementos arquitectónicos diseñados y preparados para el almacenamiento en seco de paja. Tendían a hallarse más retirados del pueblo por el peligro de incendios.
    El pajar es una construcción imprescindible en la economía agropastoril de la comarca. Son construcciones rectangulares destinadas a almacenar la paja y la hierba para animales.
  • Recursos:

Los Campaneiros de La Cuesta

  • Descripción: Mascarada del entorno de la comarca Cabreiresa que se realizaba en Navidad pero que acabó trasladándose al entrodio. Eran encarnados por los mozos del pueblo que se revestían, unos de Campaneiros, -unos tres o cuatro-, cuya única función era perseguir y asustar a los rapaces y a las mozas, y otro de vieja, que acompañaba al resto pidiendo el aguinaldo por las casa. Cuando entraban en las casas, solían pedirles que o cantasen o que bailasen para hacer sonar sus campanas.
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